Que derribaba enemigo cual pudiera enfrentar
En medio del fulgor de la batalla sangrienta
Mirose sus manos de sangre cubiertas
Y con semblante triste observó aquel lugar
Veía al hombre supuesta fuente de entendimiento
Esparcido en aquel valle de sudor y lagrimas
Veía reflejos de sol en espadas y laminas
Y un incesante bailar de lamentos
En medio de tal aberrante algarrabía
A una mariposa de radiante esplendor
Olvidando tanto odio, tanto terror
Contemplaron sus ojos con alevosía
El tiempo detúvose para el y su suerte
Y se vio en playas de mar y espuma
Lejos de la guerra, lejos de la bruma
Que dejaba a su paso sonriendo la muerte
Y tuvo un instante de paz redentora
Antes que aquella lanza con furia arrojada
Cortando el aire en finas rebanadas
Lo acostara de un golpe a ver la aurora
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